El Rock como arma
El rock es un arma por excelencia, ideológica,
contestataria, política, de pensamiento y de acción. Si algo nos ha enseñado la
historia desde el blues originador hasta el punk que explotaba con rabia
política en la cara, desde el “flower power” de los hippies, hasta la
conciencia política metalera, el rock nació como hijo de la desconformidad, del
grito mudo contra un entorno adverso, como respuesta desde la pobreza, el
miedo, el dolor, la desigualdad y el silencio.
Lo que el rock nunca ha sido –ni debe ser- es
complaciente, por eso ante la pregunta de si se debe mezclar el rock con la
política, la respuesta ya está dada, son mentes cerradas y estrechas o
demasiado acostumbradas al rock masturbatorio y autocomplaciente, de temática
pobre y esterilizada como para darse cuenta que por cada “I wanna hold your
hand” hay un “Revolution”, que tenemos a Bob Dylan y Dave Mustaine, a Johnny
Rotten y Roger Waters, a Jimmy Hendrix y a Tom Morello, haciendo canciones que
cortan como dagas (otra vez la referencia a las armas) en canciones que hayan
cambiado la forma de ver al mundo.
El problema a mi parecer es cuando el rock se muestra
amable con el poder, venga este de donde venga, cuando se sienta en el regazo
del poder y se “deja hacer”, no importa de dónde este poder venga ni como
convenza al rock de bajar la cabeza, en ese momento se pierde un poco de lo que
ha conseguido en su historia; pero quiero ser claro, muy claro en esto, las
ideologías son como el ombligo: cada quien tiene una y tiene forma propia, por
lo que cada quien puede cantar, tocar, protestar y hablar de lo que guste, el problema
es cuando las razones son menos que puras y hay alguna ganancia personal detrás
la consigna.
No es cuestión de si el rock es político, social, radical
o conciliador, eso no es nada nuevo, desde la lucha contra la segregación
racial, el enfrentamiento a la desigualdad representativa y social europea de
los 70, el miedo a la guerra fría, la protesta contra el lúgubre clima
económico de finales de los 90, hasta la pelea contra la desensibilización
social y económica actual, siempre hemos tenido de que escribir y porque tocar,
incluso bandas y grupos que normalmente se alejan de los temas más
controversiales, han marcado su posición con respecto a temas que les tocan
profundamente y se han hecho portavoces a nivel personal o musical de tópicos
importantes para ellos.
La que seguimos y conocemos, siempre ha sido música
pensante, inteligente y comprometida (hay excepciones como en todo), y como tal
sigue los pasos que le marca su historia y su capacidad de rebelión contra lo
que opina está mal, mientras está capacidad no se ciegue y esa historia no se
venda al mejor postor, estaremos a salvo de convertirnos de un fantoche
ideológico.
El papel político y social del rock en todas sus
versiones y subgéneros es el de ser una molesta piedra en el zapato del poder,
un fastidio para el que cree que los demás no tienen voz, un ruido molesto para
el que necesita silencio para cometer sus fechorías, un arma para defendernos
de los que tienen armas reales como la injusticia, las armas, el hambre o la
desigualdad, si logramos esto habremos cumplido con nuestro cometido.
Nos leemos la que viene...
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