jueves, 2 de mayo de 2013

Memorias Bajo Tierra 7: El Rock como arma



El Rock como arma


El rock es un arma por excelencia, ideológica, contestataria, política, de pensamiento y de acción. Si algo nos ha enseñado la historia desde el blues originador hasta el punk que explotaba con rabia política en la cara, desde el “flower power” de los hippies, hasta la conciencia política metalera, el rock nació como hijo de la desconformidad, del grito mudo contra un entorno adverso, como respuesta desde la pobreza, el miedo, el dolor, la desigualdad y el silencio.

Lo que el rock nunca ha sido –ni debe ser- es complaciente, por eso ante la pregunta de si se debe mezclar el rock con la política, la respuesta ya está dada, son mentes cerradas y estrechas o demasiado acostumbradas al rock masturbatorio y autocomplaciente, de temática pobre y esterilizada como para darse cuenta que por cada “I wanna hold your hand” hay un “Revolution”, que tenemos a Bob Dylan y Dave Mustaine, a Johnny Rotten y Roger Waters, a Jimmy Hendrix y a Tom Morello, haciendo canciones que cortan como dagas (otra vez la referencia a las armas) en canciones que hayan cambiado la forma de ver al mundo.

El problema a mi parecer es cuando el rock se muestra amable con el poder, venga este de donde venga, cuando se sienta en el regazo del poder y se “deja hacer”, no importa de dónde este poder venga ni como convenza al rock de bajar la cabeza, en ese momento se pierde un poco de lo que ha conseguido en su historia; pero quiero ser claro, muy claro en esto, las ideologías son como el ombligo: cada quien tiene una y tiene forma propia, por lo que cada quien puede cantar, tocar, protestar y hablar de lo que guste, el problema es cuando las razones son menos que puras y hay alguna ganancia personal detrás la consigna.

No es cuestión de si el rock es político, social, radical o conciliador, eso no es nada nuevo, desde la lucha contra la segregación racial, el enfrentamiento a la desigualdad representativa y social europea de los 70, el miedo a la guerra fría, la protesta contra el lúgubre clima económico de finales de los 90, hasta la pelea contra la desensibilización social y económica actual, siempre hemos tenido de que escribir y porque tocar, incluso bandas y grupos que normalmente se alejan de los temas más controversiales, han marcado su posición con respecto a temas que les tocan profundamente y se han hecho portavoces a nivel personal o musical de tópicos importantes para ellos.

La que seguimos y conocemos, siempre ha sido música pensante, inteligente y comprometida (hay excepciones como en todo), y como tal sigue los pasos que le marca su historia y su capacidad de rebelión contra lo que opina está mal, mientras está capacidad no se ciegue y esa historia no se venda al mejor postor, estaremos a salvo de convertirnos de un fantoche ideológico.

El papel político y social del rock en todas sus versiones y subgéneros es el de ser una molesta piedra en el zapato del poder, un fastidio para el que cree que los demás no tienen voz, un ruido molesto para el que necesita silencio para cometer sus fechorías, un arma para defendernos de los que tienen armas reales como la injusticia, las armas, el hambre o la desigualdad, si logramos esto habremos cumplido con nuestro cometido.

Nos leemos la que viene...

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