Aquellos de nosotros cuyas edades se cuentan en más de
tres décadas, podemos recordar claramente momentos relacionados al rock que marcaron
nuestra existencia, primer concierto, primer disco que esa banda que se
convirtió en nuestra favorita, aquella fiesta épica o la entrada firmada por la
banda que tocaba, eso nos hace parte de la misma tribu, parte del mismo
colectivo que cuenta con esa historia, esas vivencias, esos gustos y esa lucha.
Pero así como tenemos recuerdos geniales, hay otros que
no son tan agradables de rememorar pero que quizá enseñaron aún más; las
persecuciones por parte de la policía, los alegatos de ser “drogadictos” o aún
peor “satánicos”, las reprimendas por parte de una “sociedad” cerrada y poco
conciliadora con aquellos que son “diferentes” (hmm como he usado comillas en
este párrafo).
Aquellos policías que terminaban nuestras fiestas o
toques nunca se molestaron en preguntar cual estilo de rock o metal escuchábamos,
si nuestra banda preferida era esta o aquella, si eras dark, punk, metaleros,
góticos o heavys, si preferías a Rata Blanca o a The Cure, todos llevábamos por
igual.
Así que tenemos experiencias en común, somos parte del
mismo grupo social, tenemos los mismo recuerdos y experiencias, compartimos los
mismos problemas y hemos tenido los mismo enemigos en común y aún así, entre
nosotros mismos levantamos barreras que en vez de unirnos como una misma fuerza
nos separan… por estilos musicales.
Los metaleros no soportan a los punk, estos a los
góticos, los heavys dicen que los grunge se deprimen mucho, y así una gran
cantidad de nada que separa a gente que debería estar unida.
Cuando a alguien se le ocurre una buena idea, todos
quieren subirse al carro, y eso está bien, el problema es que no quieren dejar
que los demás se suban, no los consideran lo suficientemente buenos o dignos
para compartir espacios, aunque sea virtuales. Ya sea una concierto, una fiesta
o algo más grande como la propuesta del Sindicato de Trabajadores y Artistas Rock
(STAR), siempre habrá gente solicitando que estos o aquellos no sean aceptados,
cosa que me parece una soberana estupidez, tomando en cuenta que todas estas
iniciativas tienen en mente apoyar, reunir y hacer sentir en todas partes
nuestra movida y como dicen por allí “el poder esta en el número”, o para ser
más cliché aún “en la unión está la fuerza”.
¿Cómo pensamos presionar si somos pocos y sectarios? ¿Cómo
nos atrevemos a hacer demandas para unos pocos, que pueden beneficiarnos a
todos? ¿En que pensamos cuando le negamos participación a otros y queremos
nosotros ser escuchados? Muy mal para gente que ha sido agredida sin distinción
en el pasado, no es posible que nuestros agresores discriminen menos que nosotros
mismos, al menos con ellos todos llevábamos planazos igual, a todos nos
requisaban, los toques de todos eran interrumpidos y la recluta nos quería llevar
a todos por igual (si, lo sé, cédula contra el piso).
Reclamamos en nuestras canciones a una sociedad que no
nos entiende y nos tilda de cualquier cosa pero hacemos lo mismo con otros géneros
musicales que no nos gustan, y peor aún, hacemos lo mismo con nuestra propia
familia rock si le gusta Zapato 3 en vez de Arkangel, Candy 66 en vez de Kruegger
o quien sabe qué.
Mis amigos, respeto y unión es lo único que nos queda, es
lo único de lo que podemos hacer herramienta para luchar, nadie te pide que te
gusten todos los estilos, pero si que los respetes porque de eso depende una
movida fuerte y con gran número de gente representando lo que somos.
Nota al margen: ampliese o cámbiese el contexto de esta
nota para ser aplicada a los distintos casos de segregación o división con los
que nos encontramos a diario.
Nos leemos la que viene...
Nos leemos la que viene...